A mediados del siglo XX, en un contexto rural caracterizado por grandes distancias, escasas vías de comunicación y condiciones climáticas adversas, la alfabetización infantil enfrentaba enormes desafíos. Fue en ese escenario que, en 1940, la maestra Ángela Peralta Pino decidió convertir un vagón de tren en aula itinerante, dando origen a la Escuela Rodante Nº 942, un proyecto que perduró por 22 años.
El vagón, adaptado con ruedas aptas para caminos de tierra, tenía como objetivo llevar la educación a hijos de hacheros y peones rurales que vivían en lugares sin escuelas permanentes. Ángela recorrió obrajes forestales como Los Guasunchos, Los Quebrachales e Itapé, así como zonas alejadas de Santa Margarita, Los Guanacos, Cuatro Bocas y El Mate, pasando también por localidades conocidas como La Avanzada, La Carreta y La Hiedra.
9 de noviembreSu labor docente fue tan significativa que el 9 de noviembre, fecha de su nacimiento, se conmemora hoy como Día Nacional de los Maestros Rurales. Afable y dedicada, era llamada por algunos “Angelita” y por otros la “maestra caracol”, en referencia a su itinerancia y constancia.
Tras quedar abandonada durante años, la Escuela Rodante fue rescatada en 1982 y convertida en museo, ubicado actualmente en el ingreso a la ciudad de Tostado, como símbolo de la educación en territorios rurales.
Más allá de la enseñanza, la Escuela Rodante representa un espacio de encuentro comunitario, poniendo en valor las dinámicas rurales, los lazos territoriales y la identidad local. La ruralidad actual, aunque distinta a la que Ángela conoció, sigue siendo un entramado de prácticas multidimensionales donde la educación rural sigue derribando barreras de desigualdad y fortaleciendo lazos entre comunidades dispersas.
La impronta de Ángela Peralta Pino recuerda que el acceso a la educación es un derecho que trasciende distancias y desafíos, y que las escuelas rurales son clave para mantener viva la identidad y el arraigo en el interior del país.